jueves, 17 de junio de 2010

José Ortega y Gasset. La rebelión de las masas (1930).



 queda publicado el texto a exponer con nota y traer BIEN desarrollado en el cuaderno.


Leer más de una vez y con calma.

ëxito,

 Lorena

Nos encontramos, pues, con la misma diferencia que eternamente existe entre el tonto y el perspicaz. Este se sorprende a sí mismo siempre a dos dedos de ser tonto; por ello hace un esfuerzo para escapar a la inminente tontería, y en ese esfuerzo consiste la inteligencia. El tonto, en cambio, no se sospecha a sí mismo: se parece discretísimo, y de ahí la envidiable tranquilidad con que el necio se asienta e instala en su propia torpeza. Como esos insectos que no hay manera de extraer fuera del orificio en que habitan, no hay modo de desalojar al tonto de su tontería, llevarle de paseo un rato más allá de su ceguera y obligarle a que contraste su torpe visión habitual con otros modos de ver más sutiles. El tonto es vitalicio y sin poros. [...]



No se trata de que el hombre-masa sea tonto. Por el contrario, el actual es más listo, tiene más capacidad intelectiva que el de ninguna otra época. Pero esa capacidad no le sirve de nada; en rigor, la vaga sensación de poseerla le sirve sólo para cerrarse más en sí y no usarla. De una vez para siempre consagra el surtido de tópicos, prejuicios, cabos de ideas o, simplemente, vocablos hueros que el azar ha amontonado en su interior, y con una audacia que sólo por la ingenuidad se explica, los impondrá dondequiera. Esto es [...] característico en nuestra época: no que el vulgar crea que es sobresaliente y no vulgar, sino que el vulgar reclame e imponga el derecho de la vulgaridad, o la vulgaridad como un derecho.



El imperio que sobre la vida pública ejerce hoy la vulgaridad intelectual, es acaso el factor de la presente situación más nuevo, menos asimilable a nada del pretérito. Por lo menos en la historia europea hasta la fecha, nunca el vulgo había creído tener “ideas” sobre las cosas. Tenía creencias, tradiciones, experiencias, proverbios, hábitos mentales, pero no se imaginaba en posesión de opiniones teóricas sobre lo que las cosas son o deben ser, sobre política o literatura. Le parecía bien o mal lo que el político proyectaba y hacía; aportaba o retiraba su adhesión, pero su actitud se reducía a repercutir, positiva o negativamente, la acción creadora de otros. Nunca se le ocurrió oponer a las “ideas” del político otras suyas; ni siquiera juzgar las “ideas” del político desde el tribunal de otras “ideas” que creía poseer. Lo mismo en arte y en los demás órdenes de la vida pública. Una innata conciencia de su limitación, de no estar calificado para teorizar, se lo vedaba completamente. La consecuencia automática de esto era que el vulgo no pensaba, ni de lejos, decidir en casi ninguna de las actividades públicas, que en su mayor parte son de índole teórica.



Hoy, en cambio, el hombre medio tiene las “ideas” más taxativas sobre cuanto acontece y debe acontecer en el universo. Por eso ha perdido el uso de la audición. ¿Para qué oír, si ya tiene dentro cuanto hace falta? Ya no es sazón de escuchar, sino, al contrario, de juzgar, de sentenciar, de decidir. No hay cuestión de vida pública donde no intervenga, ciego y sordo como es, imponiendo sus “opiniones”. [...] Cualquiera puede darse cuenta de que en Europa, desde hace años, han empezado a pasar “cosas raras”. Por dar algún ejemplo concreto de estas cosas raras nombraré ciertos movimientos políticos, como el sindicalismo y el fascismo.



No se diga que parecen raros simplemente porque son nuevos. El entusiasmo por la innovación es de tal modo ingénito en el europeo, que le ha llevado a producir la historia más inquieta de cuantas se conocen. No se atribuya, pues, lo que estos nuevos hechos tienen de raro a lo que tienen de nuevo, sino a la extrañísima vitola de estas novedades. Bajo las especies de sindicalismo y fascismo aparece por primera vez en Europa un tipo de hombre que no quiere dar razones ni quiere tener razón, sino que, sencillamente, se muestra resuelto a imponer sus opiniones. He aquí lo nuevo: el derecho a no tener razón, la razón de la sinrazón. Yo veo en ello la manifestación más palpable del nuevo modo de ser las masas, por haberse resuelto a dirigir la sociedad sin capacidad para ello. En su conducta política se revela la estructura del alma nueva de la manera más cruda y contundente, pero la clave está en el hermetismo intelectual. El hombre-medio se encuentra con “ideas” dentro de sí, pero carece de la función de idear. Ni sospecha siquiera cuál es el elemento sutilísimo en que las ideas viven. Quiere opinar, pero no quiere aceptar las condiciones y supuestos de todo opinar. De aquí que sus “ideas” no sean efectivamente sino apetitos con palabra como las romanzas musicales.



Tener una idea es creer que se poseen las razones de ella, y es, por tanto, creer que existe una razón, un orbe de verdades inteligibles. Idear, opinar, es una misma cosa con apelar a tal instancia, supeditarse a ella, aceptar su Código y su sentencia, creer, por tanto, que la forma superior de la convivencia es el diálogo en que se discuten las razones de nuestras ideas. Pero el hombre-masa se sentiría perdido si aceptase la discusión, e instintivamente repudia la obligación de acatar esa instancia suprema que se halla fuera de él. Por eso, lo “nuevo” es en Europa “acabar con las discusiones”, y se detesta toda forma de convivencia que por sí misma implique acatamiento de normas objetivas, desde la conversación hasta el Parlamento, pasando por la ciencia. Esto quiere decir que se renuncia a la convivencia de cultura, que es una convivencia bajo normas, y se retrocede a una convivencia bárbara. Se suprimen todos los trámites normales y se va directamente a la imposición de lo que se desea. El hermetismo del alma, que, como hemos visto antes, empuja a la masa para que intervenga en toda la vida pública, la lleva también, inexorablemente, a un procedimiento único de intervención: la acción directa.



El día en que se reconstruya la génesis de nuestro tiempo, se advertirá que las primeras notas de su peculiar melodía sonaron en aquellos grupos sindicalistas y realistas franceses de hacia 1900, inventores de la manera y la palabra “acción directa”. Perpetuamente el hombre ha acudido a la violencia: unas veces este recurso era simplemente un crimen, y no nos interesa. Pero otras era la violencia el medio a que recurría el que había agotado antes todos los demás para defender la razón y la justicia que creía tener. Será muy lamentable que la condición humana lleve una y otra vez a esta forma de violencia, pero es innegable que ella significa el mayor homenaje a la razón y la justicia.



Como que no es tal violencia otra cosa que la razón exasperada. La fuerza era, en efecto, la última ratio. Un poco estúpidamente ha solido entenderse con ironía esta expresión, que declara muy bien el previo rendimiento de la fuerza a las normas racionales. La civilización no es otra cosa que el ensayo de reducir la fuerza a última ratio. Ahora empezamos a ver esto con sobrada claridad, porque la “acción directa” consiste en invertir el orden y proclamar la violencia como prima ratio; en rigor, como única razón. Es ella la norma que propone la anulación de toda norma, que suprime todo intermedio entre nuestro propósito y su imposición. Es la Carta Magna de la barbarie. [...]



Responder:



¿Cuál es el tema central del texto y sus conceptos más relevantes?

Describa, explique y ejemplifique al Hombre masa (hombre medio)

Comente qué significa esta frase y cómo se ve reflejada en la actualidad “Esto es [...] característico en nuestra época: no que el vulgar crea que es sobresaliente y no vulgar, sino que el vulgar reclame e imponga el derecho de la vulgaridad, o la vulgaridad como un derecho”.



De acuerdo al texto ¿Cuál es la característica del nuevo hombre que estaba surgiendo en Europa? Y cómo esto de opone al diálogo filosófico o racional entre las personas.



Obligación buscar la definición de los conceptos que no conoce o no comprende.

miércoles, 9 de junio de 2010

PLURALISMO: UNA ÉTICA DEL SIGLO XXI. Miguel Orellana Benado.

Alumn@s:

Este es el texto a exponer la semana siguiente y será revisado con nota de procesos.


Atte.
Lorena Leiva Cabrera


1. ¿Cómo en principio debe vivirse la vida humana? Para responder a esta pregunta humana, la teoría ética denominada Pluralismo, defendida por Orellana señala que debemos tener clara la distinción metafísica: naturaleza humana e identidad humana y; la distinción ética: vivir como valores y tratar como valores.

2. La distinción metafísica consta de dos partes: A: Naturaleza humana: que consiste en aquello que compartimos con todos los seres humanos, independiente del momento histórico, de las culturas que vivamos. Es por ello que múltiples discusiones en la historia han tenido por propósito determinar la “extensión” del concepto naturaleza Humana, esto es, han pretendido determinar qué seres caen bajo el concepto de naturaleza humana. Luego de varios siglos, de hechos históricos horribles y profundas discusiones, se concluye que, cuando nos referimos a los seres, a los individuos que se catalogan como miembros de la naturaleza humana, la lengua que utilicen, la región geográfica que habitan, la religión que profesan, el color de piel, y hasta el momento histórico en que se sitúan son elementos irrelevantes para definir a la naturaleza humana. Es por ello que la manera de purificar y formalizar dicho concepto (Naturaleza Humana) ha sido entendiéndolo prescindiendo de tales categorías.
Orellana sostiene que la naturaleza humana es aquello que compartimos todos los seres humanos independientemente de los elementos antes mencionados, aquello que se mantiene en el tiempo, y que ya lo había adelantado en el comienzo de su libro, a saber, la naturaleza humana, es la capacidad de entendernos, la inteligencia, lo inteligible, la razón, aquello por lo cual nos entendemos a pesar de nuestras diferencias específicas, la naturaleza humana es la categoría más amplia por la cual todos y cada uno de los hombres nos hacemos miembros o pertenecientes a esta categoría. Si algo tenemos en común todos y cada uno de los hombres es entonces nuestra naturaleza humana, naturaleza por la cual a pesar de los siglos y de las diferencias particulares, nos ha permitido entendernos, comunicarnos y dialogar, recuerden que el diálogo filosófico en fuente de humanización.

B: Identidad Humana: La identidad humana también puede llamarse una forma de vida, y se define como un conjunto de usos, de prácticas, o costumbres que, al ser vividas con respeto y obediencia por grupos de individuos, constituye una tradición .y la identidad humana sólo se comparte con algunos.

3. A continuación está la distinción ética de Vivir como valores y tratar como valores. Los individuos al pertenecer a ciertos grupos o entidades se vuelven miembros o integrantes de identidades humanas con los cuales comparte ciertas costumbres que debe vivir como valores, esto es, costumbres que debe respetar y practicar. Los grupos sociales definen qué costumbres deben vivirse como valores, pero esto deja abierta la posibilidad de tratar como valores (con respeto), ciertas costumbres ajenas legítimas, que, conforman o constituyen la identidad humana de otras personas que no son las mías, pero con las cuales comparto no sus costumbres sino que la naturaleza humana, es decir, la capacidad de expresar y entender esas costumbres, a pesar que no las comparta ni practique.
Por tanto en la definición de la identidad humana se encuentran tanto las definiciones de qué costumbres debo vivir como valores y las definiciones de costumbres ajenas debo tratar como valores. Ejemplo: musulmán y cristiano

4. El pluralismo sostiene que, en principio todos quienes comparten la naturaleza humana deben vivir de manera que contribuyan a su progreso moral, esto es al perfeccionamiento de las costumbres propias y al refinamiento de las ajenas, que promuevan el encuentro respetuoso en la diversidad legítima de todos los seres humanos por igual. Según el pluralismo esto sólo se vuelve posible en la diversidad de identidades humanas, en el pluralismo de las costumbres o formas de vida, porque sólo al reconocer la diversidad hacemos el ejercicio de buscar lo que tenemos en común con aquellos que tiene una forma de vida distinta de la nuestra y evitamos por consiguientes los prejuicios y la discriminación ya que compartimos la misma naturaleza humana.

5. El pluralismo requiere respetar no sólo aquellas costumbres que los miembros de una misma identidad viven como valores, sino además tratar como valores aquellas costumbres legítimas que otros, en virtud, de su identidad propia tan legítima como la nuestra viven como valores. Así el propósito de la diversidad de formas de vida y de costumbres es, el de posibilitar el encuentro respetuoso de todos los seres humanos, que comunican dichas costumbres y las mejoran a través del diálogo filosófico, es decir, a través del diálogo con argumentos, y que hace patente la inteligibilidad (racionalidad) de los seres humanos, a saber, su naturaleza humana.


6. El desafío ético común de todos los seres humanos es el encuentro respetuoso en la diversidad, la interacción respetuosa con la diferencia legítima se presenta como un Deber ético que orienta al mejor entendimiento de la naturaleza humana y que define aquello que debemos vivir como valores y tratar como valores de aquello que no debemos ni vivir ni tratar como valores.

7. ¿Qué costumbres debemos vivir como valores en la vida propia y que tratar como valores en la vida ajena? Todas aquellas costumbres que definen la identidad humana propia y ajena sin ofender el concepto de naturaleza humana.

8. La tolerancia en el trato no tiene por qué ser siempre un libertinaje, y la censura no sólo es un derecho respecto de las conductas ajenas, sino que, en primer lugar es un deber de las conductas propias. Tolerancia no significa permisividad total, y la censura no significa autoritarismo si ofende el concepto de naturaleza humana y el valor de la vida legítima.

a) Cuál es el tema central del texto.
b) Cuáles son los conceptos que se definen, se distinguen en el texto y cuál es la relación entre ellos.
c) Dar ejemplos concretos de Identidad humana, Tratar como valores y Vivir como valores.

éxito, atte.
Lorena Leiva Cabrera

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