miércoles, 23 de marzo de 2011

SÓCRATES, SU CONTEXTO Y SU PENSAMIENTO.

Sócrates (nace 470 a.c, se desconoce la fecha exacta de su muerte) aparece en la historia de la filosofía como uno de los personajes con mayor relevancia. A pesar de no haber escrito nunca ningún texto, influyó de tal manera en la filosofía por su ética (ética socrática) y su innovador método (la Mayéutica), que no se puede hablar de la historia de la filosofía  sin hacer mención obligada de él.
Sócrates surge como figura una vez que se termina la época de los presocráticos (naturalistas, teóricos y humanistas), en esta última etapa, se dio gran importancia a la política, al derecho y a los estudios sobre cómo construir un mejor Estado o polis. Recordemos que los sofistas, los “sabios” de la época imponen la retórica a la hora de actuar en lugar de argumentos convincentes y coherentes. Estos sofistas eran personajes admirados por los demás, pues “manejaban” muchos conocimientos.
Sócrates es el primer personaje en enfrentarlos y criticarlos públicamente por estos pseudos conocimientos. Ellos decían saber de todo, de política, de arte, de ciencias, de religión, en fin, de todo. En cambio Sócrates lanza la expresión tan conocida “sólo sé que nada sé”,  en esta declaración se entiende la ironía, pues al reconocerse ignorante en ciertos aspectos o temas, está mostrando su sabiduría y su grandeza. Es más sabio que los sofistas, por cuanto no presume de aquello que desconoce, y los sofistas presumían ser sabios, cuando en realidad manejaban sólo algunas áreas de conocimiento. Ésa es la diferencia entre un sabio y  un charlatán.
Sin embargo, Sócrates, reconoce en ellos un  poder de oratoria claro y evidente, pero cuestiona los fines con que utilizan esta técnica. Además los sofistas cobraban por sus enseñanzas, es decir, cobraban por enseñar a cómo mentir y “engatusar” a las personas para conseguir que se adhirieran a sus pensamientos (especialmente a los políticos). Tal como hoy, los del vulgo, los incultos o con poco conocimiento o información, los que no poseen pensamientos propios con fundamentos, son las presas fáciles y rápidas de palabrerías, de discursos emotivos o falaces.
Estas acciones llevaron a que este desatacado filósofo fuera acusado y condenado de manera injusta.  Su ética que ha sido difundida, se expresa de la siguiente manera: “Es preferible padecer una injusticia, entes que cometerla”. Sócrates aceptó y acató su condena sin escapar de ella, por honor y por amor a la verdad y a sus convicciones. No aceptó sobornos, ni el exilio que le propusieron, el destierro era una deshonra, tampoco aceptó la fuga, ni la fianza que sus amigos querían pagar para que escapara de aquel destino. Su muerte se produce bebiendo el veneno llamado cicuta que le dieron en su celda, el cual provoca una muerte lenta y de efecto paralizador o de adormecimiento de su cuerpo, desde sus pies hasta que llega al corazón, el cual se detiene o se paraliza y deja de cumplir su función vital, provocando el deceso de quien lo consume.
Señalamos que Sócrates nunca escribió ningún texto, cabe preguntarse entonces, ¿cómo se conoce su pensamiento y su doctrina? La respuesta es simple, su discípulo Platón, recopiló sus dichos, sus reflexiones y su vida en sus diálogos y sus textos. Es por medio de Platón que conocemos el pensar de Sócrates.
Sócrates usaba como método para hacer filosofía la MAYÉUTICA, una técnica oral que consiste en dialogar, en conversar e interrogar a los interlocutores sobre la definición de algún concepto que le interesara.
Sócrates partía de la pregunta ¿Qué es XX? Buscaba una definición universal de las cosas, y para ello recopilaba la información, la opinión y los argumentos de los demás, de esas respuestas, rescataba aquellos argumentos más convincentes y de ese modo iba mejorando, perfeccionando sus respuestas. Nótese la relevancia del diálogo, de escuchar y discernir lo verdadero de lo falso. Su objetivo era encontrar definiciones universales, pero con esta técnica se da cuenta que siempre una definición puede ser mejorada. Por lo tanto el diálogo como fuente de conocimiento y de humanización es fundamental.
En el texto La Apología de Sócrates” (Escrito por Platón) se narran las acusaciones recibidas por Sócrates, su defensa, el juicio y su muerte, y de este texto, se deriva su ética. De sus seguidores, el principal es Platón, quien sí escribió textos, principalmente diálogos llenos de poesía y metáforas. Son textos de gran valor literario y se dividen en diálogos de Juventud, madurez y vejez. Platón funda la Academia de Atenas (una especie de escuela) en la cual había la siguiente inscripción en la entrada: “Nadie entra aquí si no sabe geometría” ¿cuántos de nosotros hubiésemos quedado afuera por esta exigencia? 

martes, 15 de marzo de 2011

De las cosas que pueden ponerse en duda - René Descartes


He advertido hace ya algún tiempo que, desde mi más temprana edad, había admitido como verdaderas muchas opiniones falsas, y que lo edificado después sobre cimientos tan poco sólidos tenía que ser por fuerza muy dudoso e incierto; de suerte que me era preciso emprender seriamente, una vez en la vida, la tarea de deshacerme de todas las opiniones a las que hasta entonces había dado crédito, y empezar todo de nuevo desde los fundamentos, si quería establecer algo firme y constante en las ciencias. Mas pareciéndome ardua dicha empresa, he aguardado hasta alcanzar una edad lo bastante madura como para no poder esperar que haya otra, tras ella, más apta para la ejecución de mi propósito; y por ello lo he diferido tanto, que a partir de ahora me sentiría culpable si gastase en deliberaciones el tiempo que me queda para obrar. Así pues, ahora que mi espíritu está libre de todo cuidado, habiéndome procurado reposo seguro en una apacible soledad, me aplicaré seriamente y con libertad a destruir en general todas mis antiguas opiniones. Ahora bien, para cumplir tal designio, no me será necesario probar que son todas falsas, lo que acaso no conseguiría nunca; sino que, por cuanto la razón me persuade desde el principio para que no dé más crédito a las cosas no enteramente ciertas e indudables que a las manifiestamente falsas, me bastará para rechazarlas todas con encontrar en cada una el más pequeño motivo de duda. Y para eso tampoco hará falta que examine todas y cada una en particular, pues sería un trabajo infinito; sino que, por cuanto la ruina de los cimientos lleva necesariamente consigo la de todo el edificio, me dirigiré en principio contra los fundamentos mismos en que se apoyaban todas mis opiniones antiguas.

Todo lo que he admitido hasta el presente como más seguro y verdadero, lo he aprendido de los sentidos o por los sentidos; ahora bien, he experimentado a veces que tales sentidos me engañaban, y es prudente no fiarse nunca por entero de quienes nos han engañado una vez. Pero, aun dado que los sentidos nos engañan a veces, tocante a cosas mal perceptibles o muy remotas, acaso hallemos otras muchas de las que no podamos razonablemente dudar, aunque las conozcamos por su medio; como, por ejemplo, que estoy aquí, sentado junto al fuego, con una bata puesta y este papel en mis manos, o cosas por el estilo. Y ¿cómo negar que estas manos y este cuerpo sean míos, si no es poniéndome a la altura de esos insensatos, cuyo cerebro está tan turbio y ofuscado por los negros vapores de la bilis, que aseguran constantemente ser reyes siendo muy pobres, ir vestidos de oro y púrpura estando desnudos, o que se imaginan ser cacharros o tener el cuerpo de vidrio? Mas los tales son locos, y yo no lo sería menos si me rigiera por su ejemplo. Con todo, debo considerar aquí que soy hombre y, por consiguiente, que tengo costumbre de dormir y de representarme en sueños las mismas cosas, y a veces cosas menos verosímiles, que esos insensatos cuando están despiertos.
¡Cuántas veces no me habrá ocurrido soñar, por la noche, que estaba aquí mismo, vestido, junto al fuego, estando en realidad desnudo y en la cama! En este momento, estoy seguro de que yo miro este papel con los ojos de la vigilia, de que esta cabeza que muevo no está soñolienta, de que alargo esta mano y la siento de propósito y con plena conciencia: lo que acaece en sueños no me resulta tan claro y distinto como todo esto. Pero, pensándolo mejor, recuerdo haber sido engañado, mientras dormía, por ilusiones semejantes. Y fijándome en este pensamiento, veo de un modo tan manifiesto que no hay indicios concluyentes ni señales que basten a distinguir con claridad el sueño de la vigilia, que acabo atónito, y mi estupor es tal que casi puede persuadirme de que estoy durmiendo.
Así, pues, supongamos ahora que estamos dormidos, y que todas estas particularidades, a saber: que abrimos los ojos, movemos la cabeza, alargamos las manos, no son sino mentirosas ilusiones; y pensemos que, acaso, ni nuestras manos ni todo nuestro cuerpo son tal y como los vemos. Con todo, hay que confesar al menos que las cosas que nos representamos en sueños son como cuadros y pinturas que deben formarse a semejanza de algo real y verdadero; de manera que por lo menos esas cosas generales –a saber: ojos, cabeza, manos, cuerpo entero– no son imaginarias, sino que en verdad existen. Pues los pintores, incluso cuando usan del mayor artificio para representar sirenas y sátiros mediante figuras caprichosas y fuera de lo común, no pueden, sin embargo, atribuirles formas y naturalezas del todo nuevas, y lo que hacen es sólo mezclar y componer partes de diversos animales; y, si llega el caso de que su imaginación sea lo bastante extravagante como para inventar algo tan nuevo que nunca haya sido visto, representándonos así su obra una cosa puramente fingida y absolutamente falsa, con todo, al menos los colores que usan deben ser verdaderos.
Y por igual razón, aun pudiendo ser imaginarias esas cosas generales –a saber: ojos, cabeza, manos y otras semejantes– es preciso confesar, de todos modos, que hay cosas aún más simples y universales realmente existentes, por cuya mezcla, ni más ni menos que por la de algunos colores verdaderos, se forman todas las imágenes de las cosas que residen en nuestro pensamiento, ya sean verdaderas y reales, ya fingidas y fantásticas. De ese género es la naturaleza corpórea en general, y su extensión, así como la figura de las cosas extensas, su cantidad o magnitud, su número, y también el lugar en que están, el tiempo que mide su duración y otras por el estilo. Por lo cual, acaso no sería mala conclusión si dijésemos que la física, la astronomía, la medicina y todas las demás ciencias que dependen de la consideración de cosas compuestas, son muy dudosas e inciertas; pero que la aritmética, la geometría y demás ciencias de este género, que no tratan sino de cosas muy simples y generales, sin ocuparse mucho de si tales cosas existen o no en la naturaleza, contienen algo cierto e indudable. Pues, duerma yo o esté despierto, dos más tres serán siempre cinco, y el cuadrado no tendrá más de cuatro lados; no pareciendo posible que verdades tan patentes puedan ser sospechosas de falsedad o incertidumbre alguna.

Y, sin embargo, hace tiempo que tengo en mi espíritu cierta opinión, según la cual hay un Dios que todo lo puede, por quien he sido creado tal como soy. Pues bien: ¿quién me asegura que el tal Dios no haya procedido de manera que no exista figura, ni magnitud, ni lugar, pero a la vez de modo que yo, no obstante, sí tenga la impresión de que todo eso existe tal y como lo veo? Y más aún: así como yo pienso, a veces, que los demás se engañan, hasta en las cosas que creen saber con más certeza, podría ocurrir que Dios haya querido que me engañe cuantas veces sumo dos más tres, o cuando enumero los lados de un cuadrado, o cuando juzgo de cosas aún más fáciles que ésas, si es que son siquiera imaginables. Es posible que Dios no haya querido que yo sea burlado así, pues se dice de Él que es la suprema bondad. Con todo, si el crearme de tal modo que yo siempre me engañase repugnaría a su bondad, también parecería del todo contrario a esa bondad el que permita que me engañe alguna vez, y esto último lo ha permitido, sin duda. Habrá personas que quizá prefieran, llegados a este punto, negar la existencia de un Dios tan poderoso, a creer que todas las demás cosas son inciertas; no les objetemos nada por el momento, y supongamos, en favor suyo, que
todo cuanto se ha dicho aquí de Dios es pura fábula; con todo, de cualquier manera que supongan haber llegado yo al estado y ser que poseo –ya lo atribuyan al destino o la fatalidad, ya al azar, ya en una enlazada secuencia de las cosas– será en cualquier caso cierto que, pues errar y equivocarse es una imperfección, cuanto menos poderoso sea el autor que atribuyan a mi origen, tanto más probable será que yo sea tan imperfecto, que siempre me engañe.

A tales razonamientos nada en absoluto tengo que oponer, sino que me constriñen a confesar que, de todas las opiniones a las que había dado crédito en otro tiempo como verdaderas, no hay una sola de la que no pueda dudar ahora, y ello no por descuido o ligereza, sino en virtud de argumentos muy fuertes y maduramente meditados; de tal suerte que, en adelante, debo suspender mi juicio acerca de dichos pensamientos, y no concederles más crédito del que daría a cosas manifiestamente falsas, si es que quiero hallar algo constante y seguro en las ciencias. Pero no basta con haber hecho esas observaciones, sino que debo procurar recordarlas, pues aquellas viejas y ordinarias opiniones vuelven con frecuencia a invadir mis pensamientos, arrogándose sobre mi espíritu el derecho de ocupación que les confiere el largo y familiar uso que han hecho de él, de modo que, aun sin mi permiso, son ya
casi dueñas de mis creencias. Y nunca perderé la costumbre de otorgarles mi aquiescencia y confianza, mientras las considere tal como en efecto son, a saber: en cierto modo dudosas –como acabo de mostrar–, y con todo muy probables, de suerte que hay más razón para creer en ellas que para negarlas. Por ello pienso que sería conveniente seguir deliberadamente un proceder contrario, y emplear todas mis fuerzas en engañarme a mí mismo, fingiendo que todas esas opiniones son falsas e imaginarias; hasta que, habiendo equilibrado el peso de mis prejuicios de suerte que no puedan inclinar mi opinión de un lado ni de otro, ya no sean dueños de mi juicio los malos hábitos que lo desvían del camino recto que puede conducirlo al conocimiento de la verdad.
Pues estoy seguro de que, entretanto, no puede haber peligro ni error en ese modo de proceder, y de que nunca será demasiada mi presente desconfianza, puesto que ahora no se trata de obrar, sino sólo de meditar y conocer. Así pues, supondré que hay, no un verdadero Dios –que es fuente suprema de verdad–, sino cierto genio maligno, no menos artero y engañador que poderoso, el cual ha usado de toda su industria para engañarme. Pensaré que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y las demás cosas exteriores, no son sino ilusiones y ensueños, de los que él se sirve para atrapar mi credulidad. Me consideraré a mí mismo como sin manos, sin ojos, sin carne, ni sangre, sin sentido alguno, y creyendo falsamente que tengo todo eso. Permaneceré obstinadamente fijo en ese pensamiento, y, si, por dicho medio, no me es posible llegar al conocimiento de alguna verdad, al menos está en mi mano suspender el juicio. Por ello, tendré sumo cuidado en no dar crédito a ninguna falsedad, y dispondré tan bien mi espíritu contra las malas artes de ese gran engañador que, por muy poderoso y astuto que sea, nunca podrá imponerme nada. Pero un designio tal es arduo y penoso, y cierta desidia me arrastra insensiblemente hacia mi manera ordinaria de vivir; y, como un esclavo que goza en sueños de una libertad imaginaria, en cuanto empieza a sospechar que su libertad no es sino un sueño, teme despertar y conspira con esas gratas ilusiones para gozar más largamente de su engaño, así yo recaigo insensiblemente en mis antiguas opiniones, y temo salir de mi modorra, por miedo a que las trabajosas vigilias que habrían de suceder a la tranquilidad de mi reposo, en vez de procurarme alguna luz para conocer la verdad, no sean bastantes a iluminar por entero las tinieblas de las dificultades que acabo de promover.

René Descartes, Discurso del método-Meditaciones metafísicas, Editorial Espasa Calpe, Colección Austral, Madrid, 1996,
Trigésima primera edición, págs. 125-131.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Factores protectores

Alumn@s este texto llamado "Factores protectores y de factores de Riesgo" es el material para la próxima semana. Obligatorio.


Atte. Lorena Leiva Cabrera

Factores protectores



Entre los factores protectores del bienestar psicológico se pueden destacar: el desarrollo de un proyecto de vida, el desarrollo y activación de redes sociales y el desarrollo de habilidades sociales. Los rituales tienen además un rol de importancia para una buena autoestima.



• Pensar y visualizar el proyecto de vida:

Es una de las principales tareas de desarrollo que enfrenta el adolescente. Implica atreverse a imaginar lo que se desea lograr en la propia vida y analizar las posibilidades y acciones concretas para conseguirlo. Implica considerar la realidad en que se vive, los recursos personales y sociales con que se cuenta y las dificultades que se presentan y pueden presentar, para llevar a cabo el proyecto vital. El temor a no ser capaz y la idea de que a pesar de los esfuerzos desplegados resulta imposible lograrlo, son algunos de los factores que hacen que un joven no proyecte su vida y que se rinda frente a las circunstancias que lo limitan.

Muchas veces los adolescentes tienen la sensación de que la vida es algo que les ocurre, que depende de decisiones tomadas por otros. Es importante como factor protector, desarrollar la idea de ser actor y no espectador de la propia vida.

Por otra parte, visualizar las consecuencias que pueden tener los propios comportamientos, y la capacidad de anticipar los resultados positivos y negativos que derivan de los estilos de vida adoptados, son factores importantes para desarrollar o recuperar la sensación de control sobre la propia vida.

Si bien no se puede elegir ni manejar todos los aspectos de la vida, sí es posible tomar opciones, elegir caminos, adoptar estilos de vida más o menos saludables. Los estilos de vida, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se definen como patrones de conducta individuales o grupales sostenidos durante un plazo relativamente prolongado, los que están condicionados por valores, creencias, actitudes, hábitos conocimientos y condiciones socioeconómicas del grupo de referencia, y que directa o indirectamente condicionan la conducta personal. El estilo de vida tiene por tanto varios componentes:



• El componente material: comprende los elementos tecnológicos producidos por el medio para adaptarse de manera adecuada al medio ambiente (por ejemplo: vivienda, vestuario, hábitos alimenticios)



• El componente social: caracterizado por las redes sociales y las agrupaciones formales de la sociedad.



• El componente ideológico: que incluye los valores y creencias compartidos por los integrantes del grupo social que generan en el individuo expectativas y conductas específicas en todos los ámbitos. La familia y la escuela pueden cumplir un importante rol dando confianza a los jóvenes y las jóvenes para imaginar su futuro y atreverse a trabajar para lograr lo que quieren.



• Desarrollar y activar redes sociales:

La red social personal está formada por la familia cercana, los amigos, los vecinos, los compañeros de estudio y/o trabajo, el personal de las instituciones a las que se acude y los conocidos. El efecto protector de las redes sociales se relaciona con las funciones de apoyo emocional, contención de emociones negativas, apoyo instrumental, apoyo en situación de crisis, información y regulación de los comportamientos de riesgo o inadecuados que ellas brindan. Las personas aisladas, aquellas que no tienen contacto habitual con sus familiares, amigos o conocidos, son mucho más vulnerables frente a situaciones adversas o crisis vitales. Es por tanto importante desarrollar y activar las redes sociales, para amortiguar el efecto de los factores de riesgo.



• Desarrollar ciertas habilidades sociales:

Se entiende por habilidades sociales, capacidades específicas que componen la conducta social y que son necesarias para asegurar que ésta sea exitosa y aceptada socialmente. La Organización

Mundial de la Salud destaca algunas de ellas y las denomina “habilidades para vivir”.

Son habilidades sociales relevantes:

• La habilidad para tomar la perspectiva del otro.

• La habilidad para percibir las normas que prevalecen en el medio social y para actuar en función de ellas.

• La capacidad de tomar contacto con las propias sensaciones y emociones.

• La capacidad de autocontrol.

• La capacidad de anticipar las consecuencias de la propia conducta.

• La habilidad de comunicarse en forma efectiva.

• La capacidad de resolver conflictos positivamente.

• La capacidad de enfrentar y resolver problemas.

Estas habilidades se pueden desarrollar y fortalecer, con este fin existen numerosas técnicas, algunas de las cuales se presentan en el libro de Ana María Arón y Neva Milicic, Clima social escolar y desarrollo personal. Un programa de mejoramiento.



• La autoestima:

Es la imagen y valoración que cada persona tiene de sí misma. Se refiere a diferentes aspectos como el aspecto físico, el académico y/o laboral y las relaciones sociales. Una persona con buena autoestima, con confianza en sí misma es menos vulnerable a las adversidades de la vida, o a los factores de riesgo. La creación de ambientes que favorecen la resolución exitosa de problemas, el señalamiento de los errores valorándolos como oportunidades de aprendizaje, el apoyo frente a las dificultades, ayudan a la formación de una autoestima saludable. El señalamiento permanente de los errores y la crítica negativa habitualmente disminuyen la confianza en sí mismo.

Uno de los factores que más se ha relacionado con la capacidad de recuperación de las personas que han vivido situaciones adversas es la existencia de por lo menos un adulto significativa que haya tenido confianza en ellos. El sentir que los padres, los profesores, los amigos confían es fortalecedor de la autoestima. Esto resalta la importancia de desarrollar y cuidar contextos familiares, escolares, sociales, acogedores y apoyadores.



• Los rituales:

Son comportamientos simbólicos que desarrollan los distintos grupos sociales para enfrentar situaciones clave y críticas en la vida de las personas. Se relacionan con eventos importantes como el nacimiento, el matrimonio, la muerte, y ayudan a enfrentar estos sucesos, facilitando su elaboración psicológica y su integración al curso histórico del grupo familiar y social. Cada cultura tienen sus propios rituales, y también cada grupo social o familia. El contexto escolar tiene sus propios rituales como son el inicio y el fin de la escolaridad, las premiaciones, la incorporación de alumnos nuevos y la despedida de los que tienen que partir. Los rituales, además de ayudar a la elaboración de momentos y situaciones críticas forman parte de la identidad de las personas y de los grupos sociales. El respeto de ciertos rituales sociales y/o familiares actúa como factor protector. Así, por ejemplo, y contrariamente a lo que a veces se piensa, la preparación y participación en el funeral de un ser querido ayuda a elaborar el desgarro que puede significar su partida.



Factores de riesgo: Incluyen aquellos aspectos personales o situaciones en la vida de los individuos que están asociadas con un aumento en la probabilidad de sufrir los efectos del estrés y enfermar

 ACCESO A DROGAS Y alcohol

 MIGRACION

 AISLAMIENTO Y MARGINACION

 FALTA DE EDUCACION, TRANSPORTE Y CASA

 DESORGANIZACION DEL VECINDARIO

 RECHAZO DE PARES

 CIRCUNSTANCIAS SOCIALES ADVERSAS, MALA NUTRICION POBREZA

 DISCRIMINACION E INJUSTICIA RACIAL

 DESVENTAJA SOCIAL

 VIOLENCIA Y DELINCUENCIA

 GUERRA

 ESTRÉS LABORAL

 DESEMPLEO

 DESMORALIZACION Y FRACASO ACADEMICO

 DEFICIT DE ATENCION

 CUIDAR PACIENTES CRONICOS O DEMENTES

 MALTRATO INFANTIL

 INSOMNIO CRONICO

 DOLOR CRONICO

 DIFICULTADES DE COMUNICACIÓN

 EMBARAZO PRECOZ





 Actividad: analizar una tanda de avisos comerciales (alrededor de cinco) según lo saludable o no saludable que son los estilos de vida que propone cada uno y su relación con factores de riesgo y protección del bienestar psicosocial.

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