domingo, 16 de marzo de 2008

Temperamento Sanguíneo

Fortalezas: El chispeante sanguíneo es una persona cálida, vivaz, extrovertida, que disfruta de la vida. Es amante de la diversión, nunca le faltan los amigos; es el alma de las fiestas; es una persona que llena de felicidad y buen humor todos los lugares que visita.

Debilidades: El sanguíneo es falto de disciplina, es desorganizado, impuntual, exagerado, necesita que le aseguren constantemente que es amado(a) y se pone celoso(a) cuando brindan el amor y atención que desea a otras personas.

Temperamento Colérico

Fortalezas: El colérico es caluroso, rápido, activo, práctico, autosuficiente y muy independiente. Le es fácil tomar decisiones; es extrovertido y no necesita ser estimulado por su ambiente, sino que más bien lo estimula él con sus grandes ideas, planes, metas y ambiciones. Es un gran líder.

Debilidades: Demasiado mandón, dominante, autoritario; no simpatiza con las demás personas y a menudo puede llegar a usar a las otras personas para lograr sus objetivos. Se siente turbado y disgustado por las lágrimas de otros; no es una persona compasiva.

Temperamento Melancólico

Fortalezas: Es una persona analítica, abnegada, dotada y perfeccionista con una naturaleza emocional muy sensible. Nadie consigue más disfrute de las artes que el melancólico. Es introvertido(a), muy buen amigo(a), muy fiel y buen compañero(a). Es muy inteligente, reservado(a) y propenso a la reflexión.

Debilidades: Es una persona pesimista y negativa; es critico y egoísta; todo en la vida es interpretado en relación consigo mismo. Son casi imposibles de satisfacer ya que están siempre comparando. Son personas indecisas y vengativas, a las que se les hace difícil perdonar una afrenta o insulto. Son a menudo personas solitarias.

Temperamento Flemático

Fortalezas: Personas tranquilas y serenas, que observan antes de reaccionar; son diplomáticos, tiene buen humor, son buenos consejeros, personas confiables, buenos oyentes, que no se involucran demasiado con los demás y evitan las peleas.

Debilidades: Sufren de falta de impulso y ambición; buscan excusas para no involucrarse en actividades; su falta de motivación los hace espectadores de la vida. El movimiento continuo del colérico y el sanguíneo le molesta pues temen que le impulsen a trabajar. Se aísla pues no le gusta sufrir; es egoísta a pesar de que no lo expresa, pero tiende a ser despreocupado sobre las necesidades de su familia.

Por supuesto que todos tenemos en nosotros una combinación de dos a más temperamentos, que es la que hace que logremos la armonía. Pero básicamente podemos resumir así:

Hay dos temperamentos extrovertidos: Sanguíneos y Coléricos.

Hay dos temperamentos introvertidos: Melancólicos y Flemáticos.


La alegoría de la caverna, Platón (República, VII)


El libro VII de la República comienza con la exposición de la conocida alegoría, llamada alegoría de la caverna, que utiliza Platón como explicación alegórica de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento, según la teoría explicada al final del libro VI.

I - Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza.

Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.

- Ya lo veo-dijo.

- Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.

- ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!

- Iguales que nosotros-dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?

- ¿Cómo--dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?

- ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?

- ¿Qué otra cosa van a ver?

- Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?

- Forzosamente.

- ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?

- No, ¡por Zeus!- dijo.

- Entonces no hay duda-dije yo-de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.

- Es enteramente forzoso-dijo.

- Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera d alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?

- Mucho más-dijo.

II. -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son realmente más claros que los que le muestra .?

- Así es -dijo.

- Y si se lo llevaran de allí a la fuerza--dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?

- No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.

- Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.

- ¿Cómo no?

- Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que. él estaría en condiciones de mirar y contemplar.

- Necesariamente -dijo.

- Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.

- Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.

- ¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?

- Efectivamente.

- Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?

- Eso es lo que creo yo -dijo -: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.

- Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?

- Ciertamente -dijo.

- Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?.

- Claro que sí -dijo.

III. -Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del. sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la. región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.

- También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo.

Según la versión de J.M. Pabón y M. Fernández Galiano, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1981 (3ª edición)

Extraído de la página de Internet para mis alumnos de 4ºs medios.

http://www.webdianoia.com/platon/textos/platon_caverna.htm

martes, 1 de mayo de 2007

Duda Metódica (O Hiperbólica)


Método seguido por Descartes para la comprobación de la verdad de sus creencias y el descubrimiento de una verdad absolutamente indudable.

Los rasgos básicos de la duda metódica propuesta por Descartes son los siguientes:

1. Es metódica: con ello se quiere decir que no hay que confundirla con las dudas del escepticismo como movimiento filosófico. En su época había en Francia escépticos que creían imposible el conocimiento; sin embargo Descartes emplea la duda precisamente para superar este escepticismo y tiene como objetivo encontrar una proposición que resista absolutamente cualquier duda imaginable.

2. Es universal: pone en cuestión absolutamente todos los conocimientos, tanto los de sentido común y los basados en la percepción como los que tienen su origen en la investigación científica, incluida la propia matemática. El único tipo de creencias que no cuestiona expresamente es el relativo a las verdades religiosas: cuestiona la legitimidad de los sentidos y de la razón pero no trata explícitamente de la legitimidad de la fe y la revelación.

3. Es hiperbólica o exagerada: con ello se quiere decir que es radical. Descartes no nos dice sólo que tenemos que dudar de aquello que, tras un examen o comprobación, veamos que es falso; esta es una recomendación de sentido común y un requisito mínimo del ejercicio de la razón. Su propuesta es mucho más radical: tenemos que dudar de aquello que vemos que es falso, pero también –y esto es lo esencial– de aquello que podamos plantear alguna duda, incluso en el caso de que no podamos mostrar que es falso; si nos cabe alguna duda, nos dice Descartes, podemos considerarlo como si realmente fuese falso.

4. Es una consecuencia de la primera regla del método: debo admitir como verdadero sólo aquello que se presente ante mi mente con absoluta claridad y distinción y por lo tanto con evidencia. En este sentido, es una de las máximas expresiones de racionalismo: sólo podemos admitir como ciertas aquellas creencias que han sido revisadas y evaluadas por nuestra propia razón, y no por instancias ajenas a ella (la tradición, la autoridad, el prejuicio).

5. Tiene una vigencia en el tiempo: Descartes la utiliza (la duda metódica) como un recurso para llegar a proposiciones evidentes, a conocimiento verdadero. En cierto modo lo que hace Descartes se parece a una historia: tiene un comienzo, una serie de fases o etapas y un final, y lo que vale al principio no vale en el medio ni al final: en un momento de la duda Descartes considera que tal vez estemos dormidos cuando sin embargo nos parece estar despiertos, y en otro duda incluso de la matemática; si no somos cuidadosos podríamos decir que, según Descartes, es imposible separar la vigilia del sueño o que nunca podremos estar absolutamente seguros de la matemática, cuando esto no es así. Duda de la vigilia y de las matemáticas sólo en los momentos precisos del ejercicio de la duda metódica en donde los cuestiona, pero tras el descubrimiento de un primer principio (el cogito) y la demostración de la existencia de Dios y de su bondad, podrá revisar sus afirmaciones anteriores y superar la duda. Por ello, si nos preguntan sobre las creencias de Descartes relativas a esta cuestión deberíamos decir más bien que, por ejemplo, dudó de la matemática en un momento determinado pero que al final consideró que es uno de los saberes más excelentes que nos cabe obtener.

6. La duda propiamente no descubre verdades nuevas, verdades en las que no creyese al principio, antes de usar la duda metódica; antes de la duda creía en la veracidad de la matemática, de los sentidos, creía en la existencia de Dios, en la existencia del alma y de su inmortalidad; después de la duda cree también en estas proposiciones. ¿Qué ha ganado? Ha ganado evidencia. Antes creía en esos temas sin tener propiamente conocimiento: en algunos casos por mera inclinación natural –los sentidos–, en otros por la tradición –las verdades religiosas–, en otros porque se lo mostraba su razón, aunque no radicalmente –como en matemáticas–. Ahora cree en lo mismo pero con conocimiento absolutamente fundado, con conocimiento consecuencia del ejercicio pleno de su razón.

7. Es teorética, no práctica: pone en cuestión los conocimientos y tiene como objetivo encontrar un conocimiento firme, pero no debe extenderse a la vida práctica, a la conducta. En la vida práctica es inevitable seguir opiniones que son solamente probables.

8. No se aplica a todas las creencias tomadas de una en una: dado que en nuestra mente tenemos miles (o millones) de creencias y que nunca podríamos terminar de revisar todas, la duda se debe aplicar a los fundamentos de las creencias más que a las creencias mismas. Como encuentra que todo lo que conocemos lo conocemos por los sentidos o por la razón, considera necesario examinar la legitimidad de ambos métodos de conocimiento. Si encontrásemos dudas razonables en cuanto a su legitimidad, todas las creencias fundamentadas en ellos quedarían en cuestión.

“Pienso, luego existo” Descartes.

El cuerpo y la mente son substancias totalmente distintas, con características, procesos y modelos explicativos distintos.

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