martes, 29 de septiembre de 2009

P.F. Strawson. Libertad y Resentimiento (1962).


Consideremos, entonces, ocasiones de resentimiento: situaciones en las que una persona es ofendida o herida por la acción de otra y en las que, en ausencia de consideraciones especiales, puede esperarse de forma natural o normal que la persona ofendida sienta resentimiento. A continuación, consideremos qué géneros de consideraciones especiales cabría esperar bien que modificaran o aplacaran este sentimiento bien que lo eliminaran. No hace falta decir cuán diversas son estas consideraciones. Pero, para lo que persigo, creo que a grandes rasgos se las puede dividir en dos clases. Al primer grupo pertenecen todas aquellas que podrían dar lugar al empleo de expresiones como “No pretendía”, “No se había dado cuenta”, “No sabía”; y así mismo todas aquellas que podrían dar lugar al uso de la frase “No pudo evitarlo”, cuando éste se ve respaldado por frases como “Fue empujado”, “Tenía que hacerlo”, “Era la única forma”, “No le dejaron alternativa”, etc.(…) Ninguna de ellas invita a que suspendamos nuestras actitudes reactivas hacia el agente, ni en el momento de su acción, ni en general. No invitan en absoluto a considerar al agente alguien respecto del cual resultan inapropiadas estas actitudes. Invitan a considerar la ofensa como algo ante lo cual una de estas actitudes en particular resultaría inapropiada. (…)Invitan a que veamos la ofensa como cosa de la cual él no era plenamente, o ni siquiera en absoluto, responsable. No sugieren que el agente sea en forma alguna un objeto inapropiado de esa clase de demanda de buena voluntad o respeto que se refleja en nuestras actitudes reactivas. En lugar de ello, sugieren que el hecho de la ofensa no era incompatible en este caso con la satisfacción de la demanda; que el hecho de la ofensa era de todo punto consistente con que la actitud e intenciones fuesen precisamente las que habían de ser. Simplemente, el agente ignoraba el daño que estaba causando, o había perdido el equilibrio por haber sido empujado o, contra su voluntad, tenía que causar la ofensa por razones de fuerza mayor. El ofrecimiento por el agente de excusas semejantes y su aceptación por el afectado es algo que en modo alguno se opone a, o que queda fuera del contexto de las relaciones interpersonales ordinarias o de las manifestaciones de las actitudes reactivas habituales. Puesto que las cosas a veces se tuercen y las situaciones se complican, es un elemento esencial e integral de las transacciones que son la vida misma de estas relaciones. El segundo grupo de consideraciones es muy diferente. Las dividiré en dos subgrupos de los que el primero es bastante menos importante que el segundo. En relación con el primer subgrupo podemos pensar en enunciados como “No era él mismo”, “Últimamente se ha encontrado bajo una gran presión”, “Actuaba bajo sugestión post hipnótica”. En relación con el segundo, podemos pensar en “Sólo es un niño”, “Es un esquizofrénico sin solución”, “Su mente ha sido sistemáticamente pervertida”, “Eso es un comportamiento puramente compulsivo de su parte”. Tales excusas, invitan a suspender nuestras actitudes reactivas habituales hacia el agente, en el momento de su acción, o siempre. Invitan a ver al agente mismo a una luz diferente de aquella a la que normalmente veríamos a quien ha actuado como él lo ha hecho. El segundo subgrupo, podemos dejarlas a un lado limitándonos tan sólo a la sugerente frase: “No era él mismo”-, y haciéndolo con la seriedad que, pese a su comicidad lógica, merece. No sentiremos resentimiento hacia la persona que es por la acción hecha por la persona que no es; o en todo caso sentiremos menos. Usualmente habremos de tratar con esa persona en circunstancias de tensión normal; por ello, cuando se comporta como lo hace en circunstancias de tensión anormal, no sentiremos lo mismo que habríamos sentido si hubiera actuado así en circunstancias de tensión normal.

El segundo y más importante subgrupo de casos permite que las circunstancias sean normales, pero nos presenta a un agente psicológicamente anormal o moralmente inmaduro. El agente era él mismo, pero se halla deformado o trastornado, era un neurótico o simplemente un niño. Cuando vemos a alguien a una luz así, todas nuestras actitudes reactivas tienden a modificarse profundamente.

Lo que deseo comparar es la actitud (o gama de actitudes) de involucrarse en, o participar de, una relación humana, de una parte, con lo que podría denominarse la actitud (o gama) objetiva de actitudes hacia un ser humano diferente, de otra. Incluso en una misma situación, he de añadir, ninguna de ellas excluye las restantes; pero son, en un sentido profundo, opuestas entre sí.

La adopción de la actitud objetiva hacia otro ser humano consiste en verle, quizás, como un objeto de táctica social, como sujeto de lo que, en un sentido muy amplio, cabría llamar tratamiento; como algo que ciertamente hay que tener en cuenta, quizás tomando medidas preventivas; como alguien a quien haya quizá que evitar. Si bien esta perífrasis no es característica de los casos de actitud objetiva, la actitud objetiva puede hallarse emocionalmente matizada de múltiples formas, pero no de todas: puede incluir repulsión o miedo, piedad o incluso amor, aunque no todas las clases de amor. Sin embargo, no puede incluir la gama de actitudes y sentimientos reactivos que son propias del compromiso y la participación en relaciones humanas interpersonales con otros: no puede incluir el resentimiento, la gratitud, el perdón, la ira o el género de amor que dos adultos sienten a veces el uno por el otro. Si la actitud de usted hacia alguien es totalmente objetiva entonces, aunque pueda pugnar con él, no se tratará de una riña, y aunque le hable e incluso sean partes opuestas en una negociación, no razonará con él. A lo sumo, fingirá que está riñendo o razonando.

Por lo tanto, ver a alguien como un ser deformado o trastornado o compulsivo en su comportamiento, o como peculiarmente desgraciado en las circunstancias en que se formó, es tender en alguna medida a situarle al margen de las actitudes reactivas de participación normal por parte de quien así leve y, al menos en el mundo civilizado, a promover actitudes objetivas. Pero hay algo curioso que añadirá lo dicho. La actitud objetiva no es sólo algo en lo que naturalmente tendamos a caer en casos así, en donde las actitudes participativas se encuentran parcial o totalmente inhibidas por anormalidades o por falta de madurez. Es algo de lo que se dispone también como recurso en otros casos. Miramos con un ojo objetivo el comportamiento compulsivo del neurótico o la aburrida conducta de un niño pequeño, pensando en él como si fuese un tratamiento o un entrenamiento. Pero a veces podemos ver la conducta del sujeto normal y maduro con algo que difiere muy poco de ese mismo ojo. Tenemos este recurso y a veces lo empleamos: como refugio ante, digamos, las tensiones del compromiso, como ayuda táctica o simplemente por curiosidad intelectual. Siendo humanos, en una situación normal no podemos adoptar tal actitud por mucho tiempo o del todo. Si las tensiones del compromiso, por ejemplo, continúan siendo demasiado grandes, entonces hemos de hacer algo más: suspender la relación por ejemplo. Pero lo que es interesante por encima de todo es la tensión que existe en nosotros entre la actitud participativa y la actitud objetiva. Se siente tentado uno a decir que entre nuestra humanidad y nuestra inteligencia. Pero decir esto sería desvirtuar ambas nociones.

Lo que he denominado actitudes reactivas de participación son esencialmente reacciones humanas naturales ante la buena o la mala voluntad o ante la indiferencia de los demás, conforme se ponen de manifiesto en sus actitudes y reacciones. La pregunta que hemos de hacernos es: ¿Qué efecto tendría, sobre estas actitudes reactivas la aceptación de la verdad de una tesis general del determinismo? Más específicamente, ¿conduciría, o tendría que conducir, la aceptación de la verdad de la tesis al debilitamiento o al rechazo de tales actitudes? ¿Significaría, o tendría que significar, el fin de la gratitud, el resentimiento y el perdón, de todos los amores adultos recíprocos, de todos los antagonismos esencialmente personales?

Actividad

Conteste en el cuaderno:

¿Son inmorales las acciones que constituyen una ofensa?

¿Pueden calificarse de inmorales los actos involuntarios que dañan a otros?

¿Exime de responsabilidad al agente el que uno de sus actos sea involuntario?

¿Tienen responsabilidad moral los niños o personas con trastornos psíquicos?

¿En qué consiste la actitud objetiva según el texto?

lunes, 21 de septiembre de 2009

Soberanía en Jean Bodin: una de filosofía política

Las grandes obras de Jean Bodin (1530- 1596), muy influenciadas por el contexto de las guerras civiles religiosas de la Francia del siglo XVI, giran en torno a la soberanía como concepto unificador dentro de la conflictiva vida humana. En él se encuentran los rasgos propios de un humanista renacentista a la vez que las bases de una nueva política precursora del Estado moderno. Es por esto que se le considera un autor de transición.

Consideraba a la familia como una comunidad natural de la que surgen todas las asociaciones. Propuso seriamente reestablecer los poderes del pater familias sobre la vida de sus hijos y la propiedad. A esto añadió una excelente refutación de la utilidad de la esclavitud y del derecho. La familia es una unidad natural inherente al derecho de propiedad privada y de ella sale el Estado. Para la defensa común y la obtención de ventajas se forman las asociaciones de familias y cuando las rige una autoridad soberana se forma el estado. La familia corresponde a lo privado y el gobierno a lo común. Cree que el derecho de propiedad deriva del poder natural y es un derecho inherente a la familia que al individuo.

Con respecto a la soberanía, Bodin la caracteriza como un poder absoluto, ilimitado e irresponsable, así como un poder perpetuo donde el soberano tiene un poder legislativo absoluto. Este soberano tiene un poder análogo al del Dios absoluto calvinista, siendo, así, lo que hace Bodin una teología política. En la soberanía, tal y como la entiende dicho pensador, los momentos excepcionales de crisis tienen un papel fundamental, y, precisamente por esto, el atributo más genuino del la soberanía es la capacidad de actuar contra legem. Se admite que el término de soberanía es el punto más importante de la teoría de Bodin. Este toma como principio que distingue al poder soberano. Comienza a definir la soberanía como sujeción al soberano. Pude haber numerosas relaciones además de la sujeción común a un soberano, pero es esto lo que los hace ciudadanos. Para Bodin una nación es una unidad social que comparte derecho, idioma y costumbres. Bodin trataba de sostener, al igual que los políticos, que el vínculo político puede ser bastante aún en el caso de que la comunidad este dividida por las religiones. El elemento esencial es un soberano común.

Para Bodin, el mejor régimen político es la monarquía real. El monarca ha de gobernar armónicamente, no suprimiendo las diferencias estamentales, sino haciendo que cada grupo participe en los oficios y beneficios según su condición. Y es que, al ser el soberano conciliador de la heterogeneidad del cuerpo social, el concepto de soberanía resulta fundamental para alcanzar la justicia armónica, que es por la que él aboga.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que su contexto es el de las guerras civiles religiosas, por eso tiene especial interés en describir cómo debe actuar el príncipe a la hora de evitar que los conflictos religiosos desemboquen en enfrentamientos civiles, pues éstos son una de las grandes causas de la disolución de los Estados. El soberano debe conciliar, armonizar, las distintas posiciones garantizando la estabilidad política. Es por esto que no está sujeto a la ley, ni siquiera a la que él mismo hace, ni tampoco a responsabilidad alguna.

Cabe destacar que los políticos recomendaban la tolerancia religiosa mas como estrategia política que principio moral. Bodin estaba de acuerdo en este punto, por lo que en su obra apoyo profundamente a los políticos. La filosofía de Bodin era una singular mezcla de cosas viejas y nuevas, así como la mayoría de los escritos de ese tiempo. Jurista de profesión se gano la enemistad de sus colegas al proponer un estudio del derecho romano comparativo, en lugar de dedicar una devoción exclusiva. Para él la política y el derecho debían de estudiarse no sólo sustentados en la historia, sino en el medio que rodeaba al hombre.

Bodin fue un gran defensor de la tolerancia religiosa y la administración liberal e ilustrada. Fue también defensor de políticas dirigidas al bienestar económico, por lo que a su libro se le ha calificado del primer tratado de economía política. Crítico de todas las sectas religiosas y tan equilibrado que nunca se supo con certeza que religión practicaba, sin embargo era profundamente religioso, ya que sus escritos son una mezcla de superstición con racionalismo. Criticaba fuertemente a Maquiavelo por haber prescindido de la filosofía en sus escritos, lo que había ocasionado que su trabajo tuviera una gran tendencia inmoral.

1. Describa cuál es la propuesta política o de gobierno de Jean Bodin.
2. ¿Cuál es la posición relativa a materias espirituales o religiosas del autor?
3. ¿Con qué filósofo estudiado en la Unidad, se relaciona su pensamiento y por qué?

miércoles, 26 de agosto de 2009

PLURALISMO: UNA ÉTICA DEL SIGLO XXI; M. E. ORELLANA BENADO.

Alumn@s: este es el texto que se debe estudiar para la semana que viene. Es del mismo autor del texto de esta semana. Nivel de exigencia para las actividades nota de proceso:
a) Cuaderno de la asignatura.
b) Tarea hecha a Mano.
c) Presentación de la tarea: no obtendrán buena calificación aquellas tareas que presenten una realización de último minuto, desordenadas o sucias.
d) Desarrollo de todos los ítems entregados en la guía Para los expositores se exije que utilicen un material de apoyo: Pizarra o papelógrafo (coef 1. directa al libro)
éxito, atte.
Lorena Leiva Cabrera
(Profesora de Filosofía y Psicología)




Ante la pregunta humana ¿Qué es la filosofía? Sabemos que existen una diversidad de respuestas que en principio son correctas, lo cual no equivale a decir que todo lo que se diga ante esta pregunta es aceptable. Presentamos acá una manera de definir a la filosofía, este planteamiento pertenece al Doctor en filosofía, Miguel Orellana, el cual expresa sus argumentos a través de la CAF, es decir, Concepción Argumentativa de la Filosofía.

La CAF sostiene que la filosofía consiste en la combinación de 2 elementos:


a) Intuiciones (lo que se cree) de cómo son las cosas (metafísicas) y/o cómo deben ser las cosas (éticas).
Las intuiciones filosóficas se manifiestan en tesis, proposiciones, pensamientos, comunicar las intuiciones propias, compartirlas con otros y someterlas a evaluación crítica son parte del contexto por el cual adquieren significado

b) Argumentos racionales o argumentos filosóficos: (intentos de demostrar por qué se cree) Coherentes. Los argumentos filosóficos son el medio por el cual se expresan, aclaran, defienden o atacan determinadas intuiciones. (diversas).
Los argumentos filosóficos son estrategias de razonamiento que pretenden demostrar la verdad de una cierta intuición ante un público que no las comparte porque sus intuiciones son cultural, religiosa e históricamente diversas.

Los argumentos filosóficos pretenden esclarecer, refinar y evaluar críticamente preguntas cuyas respuestas no tienen acuerdo porque las distintas intuiciones acerca de ellas reflejan aquello que hace interesante a la naturaleza humana.
* La naturaleza humana es la característica que compartimos todos los seres humanos a pesar de nuestras diferencias y consiste en (Inteligencia, Inteligible) por la cual somos capaces de entendernos a pesar de las diferencias de intuiciones y de convencer a otros y de participar del diálogo filosófico.
El diálogo filosófico es fuente de humanización, en él emergen puntos de acuerdo y desacuerdo, diferentes intuiciones sobre cómo son y sobre cómo deben ser las cosas. “la capacidad de tener intuiciones diversas y hacer que otros las entiendan por medio de la argumentación racional aunque no las compartan permite a los seres humanos humanizarse mutuamente”


-La filosofía según la CAF, explora argumentativamente los conceptos o espacios públicos generados por la búsqueda de la verdad en la teoría y la verdad de la humanidad en la práctica, por medio de debates en donde el conocimiento exacto no es posible.


-La filosofía según la CAF es el ejercicio puro deponerse en el lugar del otro, tanto para expresar las propias intuiciones como para entender las ajenas.


-Proponer intuiciones en forma de tesis, diseñar estrategias argumentativas que consideren objeciones relevantes y evaluar su impacto son las características de aquello que es la filosofía.


-La filosofía es un juego, pero con reglas estrictas. En ella no todo vale, ni todo vale lo mismo, consiste en la exploración racional del límite del sentido y el sin-sentido, entre lo que se puede y no se puede expresar.


-La filosofía debe hacer del punto de vista ajeno una perspectiva humanamente asequible, sólo en el intento de responder mejor al desafío que el otro propone se refinan y fortalecen las intuiciones propias o en caso contrario, se debilitan y se abandonan por insatisfactorias las intuiciones propias.


-La CAF permite hacer justicia a la pluralidad, a la diversidad de intuiciones de los seres humanos, permitiéndoles a través el diálogo filosófico (argumentación racional y del respeto profundo) entenderse, convencerse, persuadirse y crecer a pesar de las diferencias y a pesar de las similitudes, humanizándose mutuamente.

Identificar y explicar ¿cuál es el tema central del texto?
Explicar (describir) y dar un ejemplo para cada punto ( - ) del texto.
Exponer con fundamentos cómo se relaciona este texto con el anteriormente estudiado.
Justifique por qué son importantes las preguntas humanas en Filosofía.

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